lunes, 22 de abril de 2013

Competencia


Amigo: -”ya te dije que estás más flaca?”
Yo (orgullosísima): -”GRACIAS!”
Amigo: -”Igual, Fulanita te gana eh”
Yo (iracunda): ----------------------------------- 

Tirando el celular me fui volando a hacer ejercicios y re-planifiqué mi ingesta diaria a la mitad.
Todo muy pichada. Muy.
Pero por qué? Por qué reaccionar así si en realidad voy bien?
En mi egocentrismo no se me había ocurrido compararme con nadie, salvo con modelos inalcanzables, tipo: soy el doble de Kate Moss. Pero cuando el punto de comparación tuvo nombre y apellido y Fulanita resulta ser quien se sienta a tu lado en la ofi, se despertó en mí una oscuridad y sentido de competitividad que estaba bien dormidito.
Para bien o para mal? No sé. Un comentario que para alguien fue hasta inocente, a mi me persigue desde ese día se convirtiéndose en un estímulo casi irracional.
Rarezas de la mente humana que le dicen.

Lena D.



Como muchos, la mayor parte de los descubrimientos de lo que pega o no lo hago a través de las redes sociales. Como la mayoría, aprendí a dividir a los que sigo entre aquellos con quienes comparto gustos, aquellos que solo bardean, aquellos que chatean y aquellos que son buenos formadores de opinión. Entre estos últimos encontré que muchos hablaban de la serie GIRLS que pasan por HBO. Cuatro chicas, New York, kilombos amorosos y de amigas... un nuevo Sex and the City? No le di mucha bola porque pensé que sería un poco más de lo otro (por mas que lo “otro” me encantaba), y además porque tengo 462576437 episodios pendientes de otras series que ya sigo.

Semana Santa fue una buena oportunidad para entre, comer y no hacer nada, ver series. Entonces cayeron en mi poder las dos primeras temporadas de Girls y con el primer capítulo me enamoré.

En comparación con otras series que vemos y que son casi todas muy aspiracionales, de esas que te dan ganas de protagonizarlas pero sabes bien que la vida no es así, Girls incomoda y bastante. Empezando por la fisonomía de la heroína que dista mucho de parecer una habitante del Upper East Side (si, me gusta también Gossip Girl, si, ya sé, soy una rosada), Lena Dunham, Hannah, es mas bien super moldevai, y está llena de tatuajes, su pelo tiene pinta de no conocer un peine y sobre todo carece absolutamente de actitud positiva. Imposible no amar a una gordita que quiebra el estereotipo de que si tu cuerpo no te ayuda, armonizalo con sonrisitas y buena onda.

La protagonista, además de desparramar patetismos en cada capítulo sin pudores falsos, es guionista y directora de la serie y para asegurar autenticidad, mucho de lo que le pasa a Hannah está basado en su vida. A Lena D. le dicen la voz de nuestra generación y ya le dieron muchos premios por Girls y paralelamente le bajan la caña a morir. Sus fans, como yo, coincidimos en que en todos los personajes y las situaciones que estos pasan podemos sentirnos identificados. Sus detractores putean porque la tipa con su cuerpo no convencional sale mucho en bolas (cierto, sale), por las escenas de sexo que no son para nada cuidadas, o porque niegan que nuestra generación esté un poco confundida, como muestran todo el tiempo en el show. Lena Dunham no para de recibir puteadas desde que salió al aire y a su vez no para de recibir reconocimientos. Ella en entrevistas dice que todo le parece muy raro, así sin mas.

Al final, todo es una cuestión de gustos, respetable. Personalmente, a diferencia de otros programas de chicas, en Girls me identifiqué con la mayoría de las dinámicas amistosas, las confusas relaciones amorosas y sobre todo con esa sensación del NO SÉ QUE CARAJO QUIERO Y MUCHO MENOS COMO LOGRARLO que a mas de uno nos invade repetidamente.

En uno de los capítulos Hannah llora a mares porque una de las mayores características de su personalidad era justamente ser “diferente y rarita” pero que al final ella solo quería lo que todos... ser feliz, y de las maneras mas “normales” conocidas. Con eso, creo que se acerca bastante a muchos de nosotros.

Dejo a su criterio, aire fresco de tanto glamour que siempre vemos y realidad crudita crudita. Denle una oportunidad y después vemos si coincidimos.

Obs: dura solo 30 minutos x cap y el soundtrack esta buenísimo :D
Pd: no quería que me quede tan post-reseña pero bue.. a veces no todo sale como lo planeamos.

La gordita de las tareas


Conocen el personaje de la gordita en la escuela
que le hace la tarea al rubito churrito del
grado?

Como todo en la vida, ese personaje también tiene
evolución, y puede derivar en:

- La gordita de la facu que se encarga de todos
los trabajos prácticos.
- La gordita del post-grado que se encarga de
toda la investigación para la tesis.
- La gordita del trabajo que se queda hasta tarde
revisando las planillas, escritos o informes del
picho de la ofi.

Es un cliché casi tan fuerte como la dupla de la
gordita y el mejor amigo gay, la dupla de la
gordita intelectualoide y el churro que se
aprovecha de su nobleza.

Aishinyaranga!

Ñañasismo


Todas esas frases motivacionales tipo: "Corren
Sancho señal que cabalgamos" son vairas. Son nio.
Pero así como muchas otras cosas indeseables, por
algo existen, y sin querer queriendo te vienen a
la mente en momentos como por ejemplo cuando te
cruzás con tu compañera de trabajo ñembo diosita
y te dice:

- "Ay gordi! qué flaca estás!"
- "En serio?! gracias! hasta desaparecer no paro!"
- "Bueno, pero no te emociones, que te falta
muchíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimo todavía"

Era pio necesario tirar la cizañita?
Por lo visto sí.
Somos malas las mujeres. Somos malas cuando
aparece una mujer nueva en nuestro perímetro y
guay de la que ose intentar ponerse más linda.
Mi vieja siempre luego me decía, una "amiga"
nunca te quiere ver bien. Y yo me escandalizaba
inocente... capaz la vieja como siempre, tiene
razón.

A mi compa mientras tanto, le dedico un: tu
envidia me adelgaza "ami"!

Lo uno saca lo otro


Es genial como cuando uno se enfoca en solucionar
un problema, inevitablemente abandona otros
aspectos de la vida.

Ejemplo, te pasas estudiando para pasar un
examen, pero sos un desastre estético. Te
concentrás en tener la casa perfecta, pero te
mandás un par de metidas de pata en el laburo.

Sos elegida la mejor mamá del año, pero no
terminás la carrera... y así infinitamente una
lista de frustraciones a las que no somete este
mundo multitasking en el que nos toca vivir.
Es simple, ponganse a pensar nomás y apliquen
esta premisa en cualquier situación: hacés algo
bien, y automáticamente abandonás otro algo.

Es lo mismo que hacer dieta. Cuál es el fin?
Bajar de peso. Que por cierto, en mi caso, poco
importan los números de la balanza, lo que me
interesa es reducir tamaño, pero eso es otro
tema. Entonces, en la medida que una se va
concentrando en achicarse, sin querer se olvida
de otras y esto nos lleva a una conversación que
tuve anteayer con una de mis amigas (las dos
treintañeras boludeando):

Amiga: boluda, en la peluquería me preguntaron la
edad, dije 31 y la peluquera me dijo que parecía
de 21!
Yo: en serio?! qué loco! igual para todos yo
tengo 25
Amiga: y bué, capaz que con la cara zafemos pero
mi cuello está atravesado por 3 rayas y las tetas
desaparecieron...
Yo: cuello? rayas?! what?!!!
Amiga: y sí... esas que vos también tenés! mirá!

Me pase un espejito y al ver, y sentí
directamente una especie de blackout.
P... madre! una vida dale que dale con la cremita
contra la piel de naranja que me pasé por alto
las anti-arrugas.
Es o no cierto que ocuparse de algo, hace que
abandones lo otro?